
Todo comenzó con una mirada, estando en el parque la vio y pensó que era hermosa y sinceramente perfecta para él.
Su cabello negro alisado era largo como sus pestañas, sus hermosos ojos cafés resaltaban de su tez blanca y pura; su sonrisa era sin duda la más hermosa que alguna vez había visto en su vida, simplemente al verla quedó como en estado de shock, ¡no se lo podía creer! Se quitó los lentes limpiando los cristales suavemente con meticulosidad, se los acomodó de nuevo… y sí, ella era real, estaba allí a no más de tres metros de él.
La llamó y le pidió su nombre. Por su postura se notaba algo apurada, pero aun así le dio un número, anotado en un papel sin decirle ni una palabra, quedó como clavado al piso, viendo cómo se iba poco a poco y se alejaba de él sin mirar atrás… sólo pensaba si realmente ése era su número, quería volverla a ver en cualquier momento.
Apuntó su número a su teléfono, y, sin duda alguna a las dos horas de pensar qué decirle la llamó –sin saber todavía qué decir–. Cada tono del teléfono sólo hacía que su adrenalina subiera cada vez más.
Responde una voz muy dulce y otra vez experimentó aquella sensación de shock, no podía creer que en realidad ese era su número, tardó unos diez segundos en responder, ella replicó con una voz de miedo, pero igualmente hermosa.
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¿Hola?
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Ehm… Hola, ¿Cuál es tu nombre?
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¿Quién habla? –preguntó confundida.
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El chico que conociste en el parque hace como dos horas
Comenzó a reír y finalmente le dijo su nombre.
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Valeria, me llamo Valeria, ¿Cuál es tu nombre? –su tono de voz indicaba curiosidad.
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¿Valeria? Lindo nombre, tanto como tú.
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Jajaja, ¡sí, claro! A ver, dime: ¿cuál es tu nombre?
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¿El mío? ¿Para qué quieres saber mi nombre?
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Por la misma razón que tú querías saber el mío.
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Jajaja, espero sea así, Miguel me llamo Miguel.
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Lindo nombre, igual que el de mi padre.
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¿Sí? Qué bien –respondió rápidamente tratando de sacar conversación–, ¿cómo esta él?
Su tono de voz cambió un poco, era casi un susurro.
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Lamentablemente él murió cuando yo era pequeña en un accidente ahora yo vivo con mi madre y mi hermana.
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Está bien mejor hablemos en otro momento de eso –no podía aguantar la vergüenza, quería que lo tragara la tierra.
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¿Qué te hace pensar que seguiremos hablando?
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Pues… tengo tu número y sé a dónde llamarte.
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Cierto; tienes mucha razón, pero igual no podremos estar hablando siempre.
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¿Y eso? ¿Por qué?
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Prefiero no decírtelo. Creo que ya sabes de mí, ahora cuéntame de ti.
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Uhm, en realidad no hay mucho que contar, mi vida no es tan interesante como parece, estudio ingeniería y tengo veinte años ya casi me voy a graduar, ¿Tú que estudias?
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Nunca dije que fuera interesante, jajaja, no estudio nada por ahora, sólo quiero darme unas vacaciones.
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¿Qué edad tienes?
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Tengo diecinueve, pero muchos dicen que parezco como de dieciséis, no sé por qué.
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Jajajaja, debe ser por tu gran belleza física y espíritu juvenil.
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Ñeh, no creo que sea por eso, además me visto como señora, y a veces pienso que me veo fea.
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¿Fea? Piensas que te ves… ¿Fea?, Okey, aparte de hermosa también estás algo ciega.
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No juegues con eso, sé que no es cierto.
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¡Vamos, no estoy mintiendo! Eres la chica más linda que mis ojos hayan visto.
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Si tú lo dices, te creo.
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Jajaja sí, oye ¿Qué te parece si salimos mañana jueves por la tarde?
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¿Mañana?
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Claro, si no tienes cosas que hacer –dijo tratando de hacerme el sufrido.
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Eso lo dudo… –Se tomó un momento para pensar– Pues sí, creo que estaría bien, pero a ver, ¿a dónde me llevarás?
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Eso depende de a donde quieras ir.
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Eres muy inteligente.
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Jajajaja, vale, ¿quedamos donde nos conocimos a las cuatro de la tarde?
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Está bien, acostumbro a estar siempre allí.
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Allí estaré.
Fin de la llamada. Miguel estaba muy emocionado porque lo había conseguido, había conseguido salir con la chica más hermosa que sus ojos pudieran haber visto alguna vez. Ya cansado, va a la cama e intenta dormir… sólo imagina qué podrá hacer cuando vea de nuevo a Valeria zarpar por su mirada.
Entre tanto pensar y pensar dando vueltas por su cama, piensa: ¿Qué va a decirle cuando la vea? Dijo un par de babosadas, más ninguna le convenció, mientras pensaba en el poco tiempo que la vio, reflejando en su mente su hermosa escultura de mujer, se le viene a la mente un pensamiento. “No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo” sonriendo, cerró los ojos y por fin, pudo dormir.
Al día siguiente, Valeria despierta muy tranquila, no se veía muy emocionada parecía como si fuera a una entrevista de trabajo, estaba muy nerviosa y, –por típico de las mujeres no encontraba qué ropa ponerse– sacando todo su armario hasta no dejar ni una sola prenda de ropa dentro, comenzó a probarse cada una de las prendas que tenía durando horas y
aún no se había ni siquiera lavado los dientes.
Miguel despertó un poco tarde, eran las diez de la mañana, algo nervioso y entusiasmado, fue al baño a lavarse los dientes, se lavó la cara, miro al espejo y sonriendo piensa: “Lo logré”. Salió del baño con un baile algo raro cantando “Lo–lo–lo–lo–greé Lo–lo–lo–lo–greé” muchas veces hasta que lo que en realidad logró fue calmarse un poco.
Fue a su armario, la primera franela que vio la escogió y el primer pantalón igual, los zapatos los mismos de siempre. Fue a la cocina a hacerse desayuno, pensando en cómo bailaba y coreaba la canción.
Mientras Valeria decidía aún qué ponerse, vio a su madre entrando al cuarto.
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Valeria, ¿qué estás haciendo?
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Nada, mamá.
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¿Y qué es toda esta ropa?
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Bueno mamá, ayer en el parque quedé en verme con un amigo, y pues estoy decidiendo qué ropa ponerme.
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¿Amigo? –una expresión indescifrable cruzó su rostro.
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Sí mamá, un amigo, su nombre es Miguel y es hermoso, tiene el cabello cortito negro, usa lentes y desde que lo vi, me encantó.
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Pero hija… –Su voz denotaba una ligera mezcla de tristeza y resignación– sabes que no puedes tener novio, ya vas a comenzar a estudiar.
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Sí mamá, eso lo sé, pero es un amigo.
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Bueno, ¿y dónde quedaron en verse?
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En donde nos conocimos, mamá, a las cuatro de la tarde.
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Bueno hija, solo ten mucho cuidado con lo que haces… recuerda que tu futuro ya está planeado.
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Si mamá por eso no quiero que él se enamore de mí, creo que ya lo hice.
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Ya deja el tema, prepárate y baja a comer –y salió de la habitación.
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Está bien mamá.
Después de unos tediosos y largos treinta minutos Valeria bajó a comer, vio en el reloj de la pared que eran las tres de la tarde y trató de comer lo más rápido posible para llegar temprano.
Miguel salió a las dos treinta de su casa aún apurado. Los dos estaban locamente desesperados.
Antes de ir al parque fue a la tienda a comprar unas rosas, consiguió una tarjeta que decía “Valeria, you’ll never be alone” y llegó al parque a esperarla, sentándose en un banco con mirada perfecta hacia el lugar donde se conocieron.
Valeria llegó un poco tarde, y, buscando por todos lados a Miguel, no lo encuentra.
Miguel la vio y trató de esconderse, llegando por detrás, le cierra los ojos con sus manos y frente pone frente de ella el ramo de rosas, susurrándole a oído un “Mucho gusto”.
Valeria sonrió, volteando y abrazándolo, emocionada por el regalo y su presencia, durando un largo tiempo abrazándolo… ya Miguel se comenzó a incomodar hasta que lo suelta. Miguel le tomó la mano y le preguntó:
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¿A dónde quieres ir?
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Vayamos al muelle –respondió con una sonrisa encantadora.
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Está bien, busquemos el auto.
Estando los dos dentro del carro, Miguel puso Solamente Tú de Pablo Alboran, Valeria lo miró y comenzaron a cantarla los dos al mismo tiempo, sonriendo, se miran el uno al otro mientras sus ojos se iban cristalizando poco a poco.
Eran cuarenta minutos de largo viaje, pero estando junto a ella le parecieron apenas diez, ya que sólo escucharon dos canciones más, Mine de Taylor Swift y Heart Attack de Demi Lovato; ya que el resto del viaje conversaron sobre su vida.
Al llegar al muelle, Valeria dejó las rosas en el asiento del auto y se bajó junto a Miguel hasta la orilla de la playa, los dos se sentaron a ver cómo se ocultaba el sol y cómo los pájaros surcaban el viento, todos por pareja y otros en parvada, se dirigían a sus hogares antes de ponerse totalmente oscuro, mientras ellos jugaban y reían como personas que se conocían de hace años y que estaban locamente enamorados. Miguel se acercó a Valeria, le tomó la mano, aproximándose poco a poco a sus labios, cerró sus ojos para besarla, y le tomó la cintura, Valeria posó sus brazos sobre los hombros de Miguel, y comenzaron a besarse, un largo beso, pero inoportuno… Aquí comenzaba todo, se había encendido una chispa, ya había amor, el gran amor del que todos hablan estaba en sus corazones. Entonces soltaron sus labios, Miguel sonrío, y Valeria agachando su cabeza, sonrió también, diciéndole:
-
Me tengo que ir, por favor llévame a mi casa.
Miguel extrañado y algo raro, no sabía que responder, sólo comenzó a caminar a su auto junto a Valeria cada quien por su lado.
Durante el camino nadie habló, sólo Valeria para darle la dirección de su casa, Miguel ni suspiró, llegó al frente de su casa, se bajó del auto dándole la vuelta fue hasta la puerta y la abrió para ella como todo buen caballero. Más Miguel se quedó ahí parado esperando el beso de despedida mientras Valeria seguía caminando hasta entrar a su casa.
Miguel –muy extrañado– la dejó ir sin decirle nada, no sabía lo que estaba pasando. Esa noche al Miguel llegar a su casa recibió un mensaje, ¡era Valeria!... Diciéndole que se verían en una semana en el aeropuerto, y que no la buscara hasta entonces.
Miguel por ser cortés y amable, la obedeció, solamente le escribía algún que otro mensaje, sin esperar una respuesta a cambio.
Valeria parecía que se había fugado de la faz de la tierra, nadie sabía nada de aquella chica que una tarde muy normal y común como cualquier otra apareció de la nada en la vida de Miguel, aquel estudiante de ingeniería.
Al pasar los siete largos y dolorosos días, Miguel fue al aeropuerto a primera hora, no sabía si volvería a ver a Valeria, sólo la esperaba en un banco como lo hizo aquella hermosa tarde de jueves en ese parque, sólo que esta vez no había flores ni sorpresas… o eso era lo que él pensaba.
Tras pasar unas cuatro cinco horas, vio a Valeria, muy emocionado se levantó y caminó hacia ella… Más cuando vio, apareció con su madre y su hermana –la cual no conocía en persona–, junto con varias maletas y boletos en mano. Él, extrañado fue corriendo con el corazón en la garganta y –conteniéndose a última momento– la saluda de forma discreta. Valeria se retiró de su familia y le dijo:
– Siempre pensé que esto iba a pasar, por eso no me quería estar en tu vida, ahora me tengo que ir.
Y sin más, dio media vuelta y se marchó.
Miguel estaba otra vez en shock. No sabía qué hacer hasta que entró en juicio y comprendió que el amor de su vida se iba por una puerta para entrar a un avión –cuyo destino desconocía completamente–, pero cuando entró en razón ya era muy tarde, Valeria ya estaba en el avión rumbo a lo inalcanzable.
Miguel corrió por todo el aeropuerto buscando a Valeria. A sus espaldas escuchó por altavoz un vuelo que está saliendo –no llegó a escuchar el destino-… Corriendo como loco fue tras la puerta, burlando la seguridad de aquel aeropuerto hasta llegar a la pista, siguió corriendo, se sentía un poco cansado pero no podía dejar al amor de su vida marcharse tan fácil…
Hasta que por un momento Valeria se asomó por la ventana y corriendo por sus mejillas una cascada de lágrimas, vio a Miguel corriendo con gran esfuerzo y expresión detrás del avión, extendiendo la mano como para tratar de aferrarse a algo, como si su vida misma se fuera embarcada en tal nave… pero no logró alcanzarlo, el avión despegó sus ruedas del pavimento y comenzó a volar como aquellos pájaros que habían visto hacía apenas una semana en aquel muelle.
Desde ese entonces Miguel va siempre al parque y luego al muelle cada jueves de tarde, escuchando las mismas canciones que solía escuchar junto a ella, viendo el atardecer y cómo vuelan los pájaros de vuelta a su nido, imaginando que Valeria está a su lado.
Valeria, al llegar a ese nuevo país, se fue inmediatamente al parque más cercano, y, viendo a todos lados, divisó un chico… sonrió y le dio su número de teléfono, marchándose una vez más sin mirar atrás.
Sonrió Luego Suspiró
