
Odio cuando al verte mi cuerpo comienza a segregar dopamina al estilo de la cascada más grande del mundo, mi corazón comienza a latir y a moverse como si hubiese corrido todo el planeta, me siento cansado, mis manos se vuelven heladas como los “Iceberg” del polo norte, mi cara sudorosa como la segunda cascada más grande, mis ojos se cristalizan como aquel diamante de aquella hermosa tienda de joyas que vimos juntos, donde vimos nuestro anillo de matrimonio.
Solamente estar contigo me vuelve loco, ver tus ojos cafés, que me llevan y me devuelven en el tiempo, tu cabello largo y castaño que me pierde cuando se agita con el viento mientras caminábamos por aquel sendero camino a tu hogar, tu hermoso cuerpo, no es uno de los más voluptuosos o hermosos que una mujer pueda tener, pero sin duda es uno de los mejores que mis ojos hayan podido ver.
Sólo quiero que al despertar por las mañanas tú seas la primera persona a la que yo le de los “Buenos Días” mirando tu hermoso rostro, acariciando aquel cabello con el que siempre soñaba, pararme de la cama, esperar tu café y sin duda alguna, estar todo el día, todos los días junto a ti, sin que nada nos separe.
Lastimosamente no siempre hay un final feliz, o tal vez, aún no ha llegado nuestro final, tal vez debemos esperar, tal vez somos muy jóvenes aún, y sólo tal vez algún día pueda caminar por medio de la iglesia rumbo al altar y maravillosas aventuras junto a ti, las posibilidades son mínimas, pero nunca serán imposibles.
Proceso Neurótico
