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Viernes 04, desde que me levante de la cama tenia cierto presagio sobre ese día. Era una mañana muy friolenta mientras caía la lluvia, al llegar a la universidad seguía lloviendo, yo disfrutaba de un cálido café, mientras escuchaba el balbuceo de mis compañeros en la mesa frente a mí, fue entonces donde la conocí, diría que de una forma muy extraña, ella estaba sentada a mi izquierda mientras yo platicaba con otros amigos, sobre algún trabajo de la universidad. Ella sólo llegó y se sentó a mi lado, comenzó a hablarme yo me torné algo nervioso, no sabía qué hacer, sólo le seguía la corriente. De alguna forma ella hacía que mi cerebro segregara esas mismas sustancias químicas de las que ya les había hablado, luego de un largo rato de charlar y decir unas cuantas palabras me dijo su nombre, Dayana, hermoso nombre pensé, sin decirle nada, luego de un par de segundo me tocó a mí decir el mío, ella sonrió y bajo la mirada, no sabía que estaba pensando igual nunca me lo dijo.

 

Al pasar el rato un amigo me despertó del trance que me llevo más allá de donde debía, diciéndome: - ¿Vas a venir? Vamos a biblioteca a hacer la maqueta, ya dejó de llover - Si claro que voy. Caminando rumbo a la biblioteca mi cara no podía quedarse quieta sólo se concentraba en voltear a mirarla, parecía que no tenía otro lugar a donde mirar, toda mi concentración se centró en ella, en ese preciso momento. Estando en la biblioteca luego de unos quince minutos. Ella entra llamando mi atención, y observo que poco a poco viene acercándose a mi sigilosamente, junto a una amiga, y misteriosamente Dayana se vuelve a sentar a mi lado, mientras hacemos la maqueta ella intenta conversar con todo el grupo, yo mientras tanto no intentaba conversar con ella, hasta que lo logré, su conversación se centró solo en mí, ahora los nervios fueron más grandes.

 

Comenzamos a hablar muchas cosas, entre esas pude notar que tenemos muchas en común por ejemplo su vida deportiva frustrada, ella practica tenis y yo practicaba el beisbol de pequeño, al parecer es muy buena, ya que ha ido a grandes torneos y toda la cosa, me llamó bastante la atención por esa parte, también me comentó algo respecto a su religión, pensé que no estaba nada mal, estuvimos hablando sobre las mascotas y tiene una que es el nombre de esta historia Hannah, una poodle blanca hermosa, que no tiene nada que ver, con lo que es un perro, a decir verdad, parece cualquier animal menos eso, un perro. De tanto hablar y charlar se nos fue el tiempo yo no hice nada de la maqueta pasé toda mi mañana conversando con Dayana, sin duda fue increíble que en tan pocas palabras se hubiese pasado el tiempo tan rápido, tocó la despedida, ella siguió su rumbo y yo el mío.

 

Por supuesto al llegar la acepté en todas las redes sociales, comenzamos a hablar, ahora ya no existía esa segregación de químicos dentro de mi cuerpo, todo comenzaba a cambiar, estaba entrando en confianza. Hablamos hasta del más mínimo detalle de nuestra vida, muchas cosas en común, otras bien parecidas, por alguna razón en menos de una semana logramos hacer una confianza enorme. Una de las cosas que más me llamó la atención, fue que ella escogió el mismo nombre para su hijo que yo, “Isabella y Santiago”, un par de nombres que para mí desde siempre han sido hermosos, al parecer para ella también lo es. Hiperactiva, cariñosa, tierna, conversadora, ciento cincuenta y tres centímetros, atlética, carismática, y a veces algo amargada. Dayana.

Hannah

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